sábado, 12 de febrero de 2011

Oda al asco

En los árboles, en las plazas, en las azoteas, en las ventanas, en las casas, en los techos de las casas, en los edificios, en las callejuelas, en las avenidas, en las fuentes, en las zonas ricas, en las zonas pobres, en Caracas, en Bogotá, en Madrid, en Barcelona, en Sevilla, en Londres, en Bristol, en Amsterdam, en Hamburgo, Budapest, Lubliana, Zagreb y Duvorvnik, en Buenos Aires, Montevideo, Lima, en Río, México, La Habana, San Juan, en Berlín y en Nueva York, con invierno o con verano, con lluvia o con sol, en todos los continentes, en las islas, penínsulas, cabos y bahías, en las playas y en los ríos, en los cafés, en los chiringuitos, volando alto, volando bajito, detrás de la suela de todos los clientes, debajo de las mesas y las sillas, arremolinadas, unas con otras, siempre en pos de la próxima miga, imposibles de saciar, payaseándole a los turistas, en procura de un viejito bolsa que las alimente -todos los días sale uno a la calle, pensaran ellas-, alborotadas, orgiásticas, dionisiacas, follándose indiscriminadamente unas con otras, emitiendo ese horrible ruido toráxico de ahorcado sin ultima voluntad, lisiadas algunas, cojas las otras, enfermas, casi todas, adobadas con una piojamenta invisible, rascándose a toda hora, lavando sus miserias sin decoro ni método en cualquier charca mal nacida, nómadas de vida incierta, se persiguen, se atormentan, no tienen idea de lo que es el límite, no quieren saber nada de la noción de medida, nunca son indiferentes, esa sarna emplumada y grotesca, semblanza innoble de la condición humana, elemento hipócrita, que pretende engañarnos con su pinta de señora ofendida saliendo del mercado, la paloma, la verdadera plaga universal de esta hora, autentico roedor alado, zamuro santurrón embotellado en empaque comercial, carroñera disfrazada y sin ética, verdadero lobo con piel de oveja, nos ha embaucado a todos con su falsa nobleza, con sus cancioncitas y su propaganda cursi, que si el copetico azul, la vieja falacia de que es mensajera, la fabula aquella, jamás demostrada, de que es portadora de la paz, farsantes, alardeando una inexistente prestancia; con ratas y cucarachas uno al menos sabe a que atenerse, actrices infalibes, están mimetizadas, envenenando en silencio al genero humano, recostándose de la compasión de los incautos, a salvo de una merecida profilaxis, de la mala prensa, uno se pregunta por qué no paran, por qué nos persiguen, qué es lo que quieren, a dónde pretenden llegar metidas en todo, volándole a las campanas, asustándose con los ruidos de la ciudad, fisgoneándole a los transeúntes, preguntándole secretos a las ruedas de los carros, por qué meten el pico en todos los rincones, porque siempre vienen por mas, aleteando en forma repugnante y obsesiva, al final para nada, para terminar arrolladas, con sus miserias al aire, con sus vísceras abiertas, las patas tiesas, las plumas meciéndose al viento, mostrándole a la concurrencia indiferente lo que termina por sucederle a aquel que quiere estar en todas partes a la vez.

4 comentarios:

  1. Lleno de imágenes cifradas … mucha intensidad.

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  2. Me gusta el ingenio de tu argumento y más el del desenlace... Yo que cándidamente me estaba visualizando en la plaza de Mayo o en el jardincito delantero de Notredame, ignorante de la histoplasmosis y otras pestes, ni se me ocurrió imaginar el símil con aquellas especies que nos toca padecer en la oficina, la universidad o la familia.
    Fino-

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  3. pues has llamado las cosas por lo que son mi querido filosofo...

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